Raya es bonita por fuera pero sumamente vacía por dentro
El experimento llamado Mulán en 2020 tenía como intención abrir un camino de inclusión con el mercado chino —uno de los más grandes e importantes del mundo del cine— y hacer una especie de “acercamiento cultural” —comillas muy marcadas aquí, por favor— el cual terminó de la peor manera posible, pues la película se llevó una importante cantidad de críticas negativas y fuerte rechazo del público —sobre todo, de los chinos—, lo que terminó por sepultar a la cinta en el fracaso rotundo.
Cuando a los grandes estudios cinematográficos no les resulta algo a lo que ellos les apostaron con toda la fe, por lo general, se retiran con dignidad y pretenden que nada de esto pasó y, algunas veces, tratan de aprender de su error; el problema con Disney en este caso, es que cuando todo lo referente a Mulán se anunció, lo hizo con otro proyecto de animación de los estudios del ratón que, como ustedes comprenderán, también buscaba simpatizar con el mercado oriental, y para rematar, las peripecias de la pandemia los obligaron a aprovechar el lanzamiento de Disney+ para promocionar estos proyectos, lo cual, los obligaba desde antes de ver los resultados a cumplir con su palabra.
Es en este contexto que llega Raya y El Último Dragón, cinta dirigida por Don Hall y el mexicano Carlos Rodríguez Estrada, quienes desde la silla del director tienen la titánica tarea de redimir los estragos provocados por su predecesora y darnos una obra de alto nivel. ¿Lo consiguieron? Es momento de averiguarlo.
Raya y El Último Dragón
Las leyendas cuentan que, hace siglos, los humanos y los dragones vivían en armoniosa comunión en la tierra fantástica de Kumandra, misma que se vio corrompida por la llegada de las siniestras entidades llamadas Los Druun, quienes amenazaban con las vidas tanto de personas como de dragones.
Las consecuencias de la batalla contra los Druun no sólo fracturaron las tierras de Kumandra y la amistad entre sus pobladores, sino que redujo a los dragones a un simple mito tras su extinción.
Tras décadas de separación, el jefe Benja del pueblo de Corazón, intenta sanar las heridas y reunirlos a todos, por desgracia, un descuido de su pequeña hija, Raya, provoca que los pueblos se separen aún más y que la maldición de los Druun reaparezca. Ahora, es momento de que Raya emprenda el viaje de su vida para restaurar la paz en Kumandra y revivir el legado de los dragones.
Lo Bueno
Si hablamos de Disney y sus producciones animadas, la frase animación de alta calidad está implícita; pues este es un factor ya determinante en sus obras, a tal grado que su excelencia es casi una costumbre.
Los paisajes, diseños de personajes, texturas, fondos y formas y todos los efectos son espectaculares y uno de sus grandes aciertos fue explotar al máximo el lore desarrollado para Raya y así crear conceptos originales para su flora y, en especial, la fauna de la tierra fantástica de Kumandra, pues no sólo destacan los dragones, sino también insectos, simios y felinos gigantes que recuerdan bastante a Bubastis, la mascota híbrida de Ozymandias en Watchmen.
El homenaje a la cultura china y la magnanimidad de su historia está en cada detalle de la travesía de Raya: el diseño del vestuario, la arquitectura en sus pueblos y un score envolvente con guiños a sus leyendas enriquecen el mundo propuesto cautivando al espectador y haciendo de la película una experiencia audiovisual totalmente disfrutable.
Hablando de técnica, Raya no adolece de absolutamente nada, y si bien es cierto que la primera cuarta parte de la película es disfrutable, entretenida y agradable, no todo es tan bello como su animación lo plasma a primera impresión, lo que nos lleva a…
Lo Malo y Lo Feo
Por lo general, quien les escribe, separa “Lo Malo” de “Lo Feo” o “Lo Mejor” con el fin de enfatizar algunos aspectos que merezcan un análisis a parte de todo, sin embargo, en lo que a Raya concierne, la base de su enorme fallo radica en el pobre tratamiento de su argumento, pues ello desata toda una sarta de errores que se van acumulando y destrozan la película cual bola de nieve cayendo por un acantilado, por lo que, por practicidad, los he colocado en el mismo apartado.
Como se mencionó anteriormente, la primera cuarta parte de la cinta es entretenida y disfrutable, y sin duda, los mejores chistes y situaciones se encuentran en este tiempo, sin embargo, a medida que más personajes secundarios se van uniendo a la aventura, la historia comienza no sólo a perder su rumbo, si no que llega a cometer el garrafal pecado de traicionarse a sí misma.
Raya tiene demasiados errores de continuidad, lógica dentro de su lore, lógica en sí, contradicciones, conveniencias de guion, casualidades forzadísimas y, si uno disecciona los acontecimientos de la trama, podremos darnos cuenta de que, de manera objetiva, la incursión de cualquiera de los personajes, tanto principales como secundarios, es meramente intrascendente y ninguno tiene un peso específico para que se dé una conclusión natural de los puntos de inflexión.
Permítanme explicar esto último de una manera más práctica: ¿recuerdan cuando en The Big Bang Theory, Amy se da cuenta de que todo lo que ocurre en India Jones igual hubiese pasado sin que el propio Indiana fuera parte de la historia? Pues lo mismo pasa acá: sin hacer spoilers, cada acto que Raya o cualquiera de sus colegas hace para intentar salvar al mundo pudo haberlo hecho cualquier otro personaje, vamos, ni siquiera la misma llegada del Dragón es algo que afecte de alguna forma. No hay algo que haga especiales a los involucrados, y su participación se antoja más bien circunstancial.
No es que Raya o alguno de los secundarios fuesen elegidos por una fuerza superior o que dentro de ellos haya un poder especial único — que en todo caso, y a pesar de ser todo un cliché, hubiese funcionado mucho mejor que el resultado final— lo único que tienen de diferente es la convicción y valentía de querer hacer lo correcto. Como lo mencioné antes, esto pudo haberlo hecho cualquier otra persona y el resultado sería el mismo, lo cual, como ustedes comprenderán, le quita demasiado peso a sus personajes.
Si a ello le sumamos que se dejan demasiadas preguntas sin contestar —como de dónde diablos vienen los Druun o el porqué de su temor al agua—, si entendemos que todo pudo haberse resuelto en quince minutos y que la travesía es, a decir verdad, innecesaria, que los protagonistas se complican todo atentando a una lógica resolución y que todo ello, de cualquier forma, no tiene consecuencias directas en la trama, tenemos una historia con un tremendo potencial desperdiciado y mal tratado. Una pena si tomamos en cuenta el soberbio trabajo técnico
Conclusiones
Raya y El Último Dragón es equivalente a una bolsa de papas fritas con empaque llamativo: luce muy bien por fuera pero por dentro es más aire que papas en sí. Es una apuesta sí entretenida, sí disfrutable, pero para nada entrañable o destacable, sobre todo en comparativa con otras obras de la misma productora o de la feroz competencia afuera. No está mal para un fin de semana o una tarde de ocio, pero nada que pueda llegar a trascender, lo cual, es una pena si tomamos en cuenta el gran trabajo artístico que hay en esta nueva obra de Disney.
¿Ya viste Raya y El Último Dragón? ¿Qué opinas de esta película? Queremos leer tu opinión en la caja de comentarios.