Lupin, la nueva propuesta de la plataforma, se está robando los reflectores
Resulta curiosa la forma en la que las producciones de Netflix son tan variopintas a grados extremos: o bien son un producto de altísima calidad que cosechan un importante número de seguidores o bien son un fiasco mayúsculo que nos hace preguntarnos ¿en qué estaban pensando?; así mismo, rara es la vez que algo se queda en un punto neutro, un término medio que llega sólo a la mitad del espectro y que no es tan maravillosa como para destacar pero tampoco es un bodrio completo.
Recientemente, el servicio de streaming estrenó Lupin, serie francesa con tintes de suspenso, misterio y crimen que apunta para algo ambicioso y está llamando la atención del respetable; al fecha de publicada la presente reseña, se especula que la serie podría romper récords de espectadores superando otras obras ya consideradas clásicas de Netflix como The Queen’s Gambit o Stranger Things.
No obstante, antes de arquear las cejas y correr a su dispositivo más cercano para ser testigos de esta obra, es menester preguntarse: tomando en cuenta que las probabilidades de encontrarse con una buena serie de Netflix son equivalentes a encontrarse con algo horrendo, ¿es Lupin merecedora de estar entre la élite de la plataforma? Es momento de averiguarlo.
Assane Diop (Omar Sy) tiene un estilo de vida bastante particular que oscila entre un trabajo humilde y honesto y un alter ego —o varios, tal vez— enfocado al robo y la estafa; todo ello con inspiración en el libro que vendría a ser el parteaguas de su vida: Arséne Lupin, Caballero Ladrón de Maurice Leblanc.
Es en su último golpe al mismísimo museo de Louvre que Diop se da cuenta de que, tal vez, ha dado con la clave para esclarecer el misterio más oscuro de su vida: una falsa acusación de robo a su padre que lo llevo a caer en desgracia.
Empeñado en buscar venganza, Diop, con ayuda de contactos y conocidos de toda la vida, se verá obligado sumergirse en su pasado una vez más para dar justicia al destino de su padre teniendo a la policía de París siguiendo sus pasos de cerca.
Buena Fortuna y Fortuna (Lo Bueno)
Es bien sabido por los entendidos que en Francia que confeccionan trabajos audiovisuales de envidiable calidad y son considerados punto de medición para estos rubros; por tanto, no debería ser exagerado esperar una obra de altos estándares, y en este caso, Lupin no decepciona en absoluto.
Si bien es cierto que la propuesta audiovisual no es deslumbrante, también lo es que todo se ha producido con base en una concreta y bien lograda simplicidad. Las tomas entre las calles parisinas, las secuencias de acción y drama son ejecutados con miras a colocarlas por encima de la media.
George Kay y François Uzan tienen un talento innato para plasmar lo que figura en su imaginación en frente de la cámara y se nota. Procuran que las actuaciones se mantengan sobre el ritmo preciso y sin desvariar, lo cual, hace que, dentro de estas consideraciones, Lupin sea de lo más destacado que Netflix ha tenido a bien producir.
Hablando de las actuaciones, nos deja un buen sabor de boca que el elenco se nota comprometido, con una buena armonía que fluye dialogo tras dialogo y dan sustancia a la trama. Por supuesto, Diop no es un personaje fácil de interpretar, pero Omar Sy ha hecho un trabajo formidable pero que, tal vez, pudo explotar un poco más.
En conjunto, Lupin no adolece de cuestiones técnicas que podrían llegar a restarle peso y da una muy buena primera impresión, sobre todo en la parte del diseño de producción, pues desde los primeros episodios ya se ve una inversión fantástica y con mucha atención al detalle.
Una tirada de dados jamás abolirá el azar (Lo Malo)
Como mencionamos antes, su ambición, bien intencionada, desde luego, puede ser también una debilidad; y es que, al pensar en colocar la obra entre el gusto de la mayoría del público, provoca que Lupin se sienta algo contenida; es decir, con un potencial que se antoja apenas y explorado en su superficie.
La serie cuenta con recursos que dan para abordar asuntos con tintes sumamente oscuros: la muerte, la traición, la incertidumbre, el engaño, la corrupción, la paternidad, la ira, la desesperación, la pérdida, tópicos por demás complejos que son revisitados a lo largo de la serie pero sin ahondar en detalles. Se entiende que el tiempo quizá no dé para más, pero quizá enfocarse en uno sólo de ellos podría haberlo hecho más interesante y mejor logrado.
Ahora bien, ello no hace que la serie no sea disfrutable, pues lo poco o mucho abordado se hace de una buena forma y da una impresión de que todo en el universo de Lupin es orgánico dentro de lo que cabe. No obstante, la serie comete un pecado aún más garrafal que hace que aquello que está bien construido se tambalee sobre sus propios cimientos.
Una temporada en el Infierno (Lo Feo)
Y es que el guion tiene un nivel de deficiencias tal que hace que todo lo ya mencionado se antoje como un logro épico y salva la historia en su totalidad.
La trama está construida sobre decenas de situaciones convenientes, Deus Ex Machinas, agujeros de guion y situaciones acomodadas a como se presente un incidente y se arrastra hasta llegar al borde de lo inverosímil, lo ridículo e, incluso, lo risible.
Es importante mencionar que la complejidad para crear un personaje con características tan particulares como las de Diop es considerablemente alta, pues se debe cuidar que lo sobresaliente de su figura respete los límites entendibles entre lo que se sienta real y lo que no, y esto puede causar conflicto con el ritmo y tono planteado, pues uno podría tomarlo o bien imposible o bien cómico, pero nunca como algo serio o que se pueda ver en un día a día.
Conclusiones
Lo que evita que Lupin sea una obra de máximo nivel radica principalmente en su trama, aún con ello, se las arreglaron para que las deficiencias del guion pasen desapercibidas y la serie sea, de manera objetiva, disfrutable, cumpliendo sobremanera su propósito de entretener.
La serie llega en un momento en el que el público presta singular atención a las historias de crimen y castigo y por ello roba sus reflectores, no obstante, no la exime de sus errores y tal vez esto último sea el factor que determine qué tan bien recibida es y, por supuesto qué tal lejos puede llegar.
Lupin es una serie que está causando ruido más por sus aciertos que por sus errores, tan es así, que la segunda temporada es ya un hecho —presagiado por un final abierto claramente intencionado— y su progresión, sin duda alguna, será algo muy interesante de ver.