Reseña- Wicked Por Siempre

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Wicked: Por Siempre, un cierre lleno de drama, amistad, amor y música.

Wicked Por Siempre, un cierre lleno de drama, amistad, amor y música.

Agradecemos a Universal Pictures por permitirnos disfrutar visualmente y auditivamente uno de los mejores cierres del cine, Wicked Por Siempre, aquí te contamos por que es uno de los mejores musicales.

Estreno: 20 de noviembre 2025Género: Musical
Duración: 2h 18mClasificación: B15
Dirige: Jon M. ChuDistribuye: Universal Pictures
Guionista: Stephen Schwartz, Winnie Holzman, Gregory MaguireTítulo original: Wicked: For Good
País: Estados UnidosElenco: Cynthia Erivo, Ariana Grande, Jonathan Bailey, Jeff Goldblum, Michelle Yeoh, Ethan Slater, Marissa Bode, Bowen Yang

Hay películas que llegan con una vibra extraña, como si ya supieras que algo grande está por pasar. Ese fue exactamente el caso de Wicked Por Siempre, una producción que parecía simplemente otra entrega dentro de la creciente fiebre por los musicales cinematográficos, pero que terminó siendo un fenómeno distinto, uno que juega entre lo nostálgico, lo moderno, lo íntimo, lo artístico, de identidad y lo espectacular. Y lo curioso es que, aunque muchos ya venían con expectativas altas gracias al boom reciente del musical original del que toma inspiración, la película consigue sorprender porque no se conforma con adaptar lo ya conocido; más bien, se atreve a reinventarlo, expandirlo y, sobre todo, a poner el foco en las emociones humanas que se esconden detrás de la magia.

Wicked Por Siempre

Desde su primera escena queda claro que esta no es una película tímida ni discreta. Wicked Por Siempre arranca con una explosión visual y emocional que literalmente anuncia: Agárrate, porque de aquí en adelante todo es intensidad y con mayor drama. Pero ojo, intensidad no equivale a exageración; la película juega con delicadeza en momentos donde podría volverse torpe y, al mismo tiempo, se permite ser gigantesca cuando la historia lo necesita. Es como si estuvieras viendo un espectáculo de Broadway con esteroides, pero filmado con el cuidado cinematográfico de un drama intimista. Ese equilibrio, lejos de sentirse forzado, es justo donde la película encuentra su corazón.

Parte de lo que hace tan llamativa esta adaptación es la forma en que decide contar la historia. Aunque respeta la estructura emocional de la obra original, aquí la narrativa se siente más fluida, más centrada en los personajes y menos interesada en complacer al público con escenas icónicas por obligación. Lo que importa es la relación entre las protagonistas, que dicho sea de paso, es lo mejor de toda la película, ahora a mi personalmente siento que se le da mayor peso a Glinda, y lo que sucede alrededor es un complemento que va creciendo junto con ellas. La química entre ambas es tan fuerte que por momentos parece que estamos viendo a dos personas reales en lugar de personajes escritos.

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Esa naturalidad es rarísima en musicales, donde el artificio suele ser parte del encanto, pero aquí funciona como una sorpresa que vuelve más íntimo todo el desastre mágico que se desarrolla en pantalla. Desde el principio vemos cómo estas dos jóvenes, que en apariencia no podrían ser más distintas, van formando una conexión compleja, llena de choques, complicidades, traiciones, heridas y cariño genuino. Y lo que Wicked Por Siempre hace increíblemente bien es mostrar esa relación sin prisas, sin recortes apresurados, sin caer en clichés del tipo opuestos que se necesitan.

Aquí la historia realmente respira. Las escenas entre ellas se sienten como pequeñas obras dentro de la obra, cargadas de tensión, humor, vulnerabilidad y, sobre todo, humanidad. Puedes ver en sus ojos lo que sienten, incluso unas escenas antes de que lo admitan en voz alta. Y cuando llega el momento de cantar, ese subtexto explota en melodías que te atraviesan como un hechizo emocional. La música, por cierto, es uno de los pilares que sostienen la película, pero no se limita a repetir lo ya conocido. Sí, hay canciones que los fans van a reconocer al vuelo, pero están reinterpretadas de manera que se sienten nuevas. A veces cambian la instrumentación, otras veces el tempo, otras simplemente la intención actoral, y cada variación aporta algo distinto al personaje o al momento.

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También hay temas originales que encajan sorprendentemente bien en la trama, como si siempre hubieran pertenecido a este universo. Ninguna canción se siente como relleno ni como capricho comercial; todas cargan una intención narrativa que ayuda a que la película fluya con un ritmo emocional sólido. La dirección es otro punto altísimo. El director sabe exactamente cuándo dejar que la cámara baile con los actores y cuándo detenerla para que una simple mirada lo diga todo. Hay secuencias visuales que podrían competir con cualquier blockbuster de fantasía actual, pero también hay momentos tan íntimos que casi se sienten teatrales. En esta cinta siento que esta mas guiada a la historia que a la música, y no esta mal, ya que le da identidad, pero las canciones con solo una vez vista no es tan pegajosa como la primera.

Ese contraste genera un efecto muy peculiar, aunque estés viendo algo gigantesco y brillante, nunca pierdes de vista a las personas detrás de la magia. Y esa es precisamente la esencia del cuento, más allá de hechizos, criaturas y gobernantes paranoicos, lo que importa es el dolor humano, los errores, las decisiones difíciles y el deseo universal de sentirse aceptado. Si hay algo que realmente destaca es la forma en que Wicked Por Siempre retrata a su protagonista “incomprendida”. En demasiadas historias de este tipo, la persona marginada suele ser mostrada como una víctima absoluta o una rebelde idealizada. Aquí no. Aquí la protagonista es un personaje lleno de matices: orgullosa, vulnerable, inteligente, impulsiva, brillante, torpe a veces, pero siempre auténtica.

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La película no intenta justificar cada decisión que toma ni convertirla en mártir; simplemente nos deja acompañarla mientras lucha con un mundo que no sabe qué hacer con ella. Por eso se siente tan humana. Y por eso duele tanto cuando pasan ciertas cosas que, aunque esperadas por quienes conocen el material original, aquí se sienten todavía más devastadoras. En el otro extremo tenemos a la contraparte luminosa, la que en cualquier otra historia sería la heroína sin defectos. Pero aquí la película tampoco cae en ese cliché. Sí, es encantadora y carismática, pero también tiene inseguridades profundas y una tendencia preocupante a querer complacer a todo mundo, incluso cuando eso implica traicionarse a sí misma. Wicked Por Siempre la construye como un espejo distorsionado de su contraparte, alguien que siempre ha vivido bajo el peso de las expectativas y cuya luz no siempre es tan brillante como el mundo cree.

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Lo maravilloso es que la película no juzga a ninguna de las dos; solo nos muestra cómo son, cómo sienten y cómo se hieren sin querer. Y justo por eso su relación es tan poderosa.

Visualmente, la película es un agasajo. Cada escena está cuidada al detalle, desde los colores hasta el vestuario, pasando por la iluminación y la composición de cada cuadro. Los escenarios de Oz, por ejemplo, se sienten tanto modernos como clásicos, como si combinaran lo mejor de la fantasía cinematográfica con la estética teatral de un musical de gran presupuesto. Hay tomas que parecen pinturas vivientes, otras que son explosiones de efectos especiales, y otras que simplemente te dejan viendo a un personaje en silencio, sin adornos, confiando plenamente en la actuación.

Ese equilibrio es difícil de lograr, pero aquí se maneja con una elegancia que sorprende. Hablando del guion, es uno de esos textos que podrían haberse ido por el camino fácil de replicar escena por escena lo ya conocido, pero en su lugar opta por hacer ajustes sutiles que transforman por completo el tono de algunas secuencias. Hay diálogos que cargan una sensibilidad contemporánea sin sentirse anacrónicos, y otros que retoman la esencia de los cuentos clásicos sin volverse demasiado solemnes. El humor está presente, pero nunca interrumpe la carga emocional. La tragedia aparece cuando debe aparecer, sin manipular ni empujar al público más de lo necesario. El drama se siente natural porque nace de los personajes, no de giros forzados de la trama.

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El factor sorpresa también juega a favor en Wicked Por Siempre. No importa si conoces la obra original o si llegas completamente en blanco: la película siempre encuentra una manera de darte una vuelta inesperada, ya sea visual, musical o emocional. Algunas revelaciones se sienten como puñaladas del destino, otras como descubrimientos que caen justo en el momento adecuado. Lo importante es que nada se siente gratuito. Todo parece pensado para construir una versión más profunda y más íntima de la historia. Algo que se agradece es que al conectarse con la historia clásica del Mago de Oz, lo hace muy sutil sin que Wicked se sienta desplazada o sustituida, Dorothy llega en este momento pero no tiene rostro a pesar de que solo tiene la misión de destruir a la bruja del oeste, ese toque de existencia sin tener una presencia opacadora, es la mejor forma de no perder el ritmo de lo que se intenta contar.

Algo que vale la pena mencionar es el subtexto político y social que, aunque no es nuevo dentro del universo de Wicked, aquí está trabajado con una sutileza que lo vuelve más efectivo. El discurso sobre cómo se fabrica un villano, cómo se manipula la percepción pública y cómo se usa el miedo como herramienta de control está más presente que nunca, pero sin convertirse en un sermón. La película confía en que su audiencia es lo suficientemente inteligente como para entender los paralelos, así que no subraya cada mensaje ni intenta simplificar los temas. En su lugar, los deja flotar dentro del contexto emocional de los personajes, lo cual resulta ser una manera más poderosa de transmitirlos.

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Conclusión:

Wicked Por Siempre cierra con una mezcla de esperanza, dolor y liberación que te deja con un nudo en la garganta. No es un final feliz en el sentido clásico, pero tampoco es una tragedia absoluta. Es un cierre honesto, fiel a los personajes, fiel a lo que han recorrido, fiel a lo que esta historia siempre ha tratado de decir. Y cuando llega la canción final, que probablemente dejará a más de uno llorando en silencio en la sala, te das cuenta de que la película no solo contó una historia, te dejó una marca emocional.

Es una película que toma un clásico contemporáneo y lo transforma en una experiencia cinematográfica que mezcla espectáculo y corazón de una manera rarísima en el cine actual. No busca impresionar por puro tamaño ni por nostalgia; quiere conectar, doler, sanar y celebrar todo lo complejo que es ser humano en un mundo que constantemente te pide que seas otra cosa. Es un musical enorme, sí, pero también es un drama íntimo sobre la amistad, la identidad, el sacrificio y la eterna lucha por encontrar tu lugar sin perderte a ti mismo.

Si eres fan del musical original, probablemente vas a salir amándolo aún más. Y si no lo eres, esta película quizá sea la que te convenza de que los musicales todavía tienen magia para regalar. Wicked Por Siempre no es solo una buena película; es una experiencia emocional que se te queda pegada días después. Un hechizo que, tal vez, no quieras que se rompa.