ENZO un drama francés sobre la adolescencia y pertenencia.
Agradecemos a CineCANÍBAL por permitirnos reflexionar con ENZO, cinta que esta llegando a cartelera y expresa humanamente este proceso humano, aquí nuestra reseña.
| Estreno: 30 de octubre | Género: Drama |
| Duración: 1 h 53 min | Clasificación: B |
| Dirige: Robin Campillo | Distribuye: CineCANÍBAL |
| Guionista: | Título original: ENZO |
| País: Frances | Elenco: Eloy Pohu, Maksym Slivinsky, Pierfranceso Favino, Elodie Bouchez |
El cine francés llega nuevamente a la pantalla grade este 30 de noviembre con la película ENZO, dirigida por Robin Capillo y coescrita junto con Laurent Cantet y Giles Marchand. Situada al sur de Francia esta entrega nos invita a acompañar a Enzo, un adolescente de apenas 16 años quien, decidido a abandonar el camino marcado por su familia y se adentra en el mundo de la albañilería y trabajo manual como una forma simbólica de romper con su origen.

Desde un inicio surgen algunas tensiones alrededor de Enzo, por un lado, está el desconcierto de su familia al abandonar sus estudios, por otro lado, la incomodidad y sentido de pertenencia de Enzo, pues siente no encajar en su entorno familiar, ni como aprendiz de albañil donde se siente torpe y desplazado. En este ambiente laboral conoce a Vlad, un compañero Ucraniano, algo mayor pero carismático, que carga con sus propios conflictos internos; la guerra que sufre su país y su condición como inmigrante, aporta tensión a la trama pues más adelante será llamado para pelear en la guerra, lo que desata esa lucha entre quedarse o volver a su país.
La interacción entre Enzo y Vlad es silenciosa, hecha más de miradas furtivas, movimientos torpes de afecto, que de diálogos explícitos. Lo que genera en Enzo dudas y cuestionarse sobre si ¿quiere huir de sus privilegios?, ¿buscar una identidad mas autentica? O si simplemente le atrae la intensidad de Vlad. A todo esto, el guion no brinda respuestas fáciles, lo cual se agradece y aporta emoción.
El film no solo trata de la lucha interna que vive Enzo, si no, podemos llegar a verlo como un reflejo de lo que muchos en nuestra adolescencia llegamos a pasar. La espera por cumplir la mayoría de edad, que no solo implicaba fiestas o obtener una identificación. Si no como la toma de decisiones puede llegar a sacar de línea a padres, compañeros e inclusive a uno mismo. Enzo no solo interpreta un personaje dentro de la trama, es el reflejo de etapa adolescente con una identidad indefinida, que siente miedo, es torpe y siente deseo.

Lo que hace Enzo peculiarmente interesante es el estudio de la adolescencia como un proceso o estado de transición conflictivo. No como una celebración de la juventud a la ligera, si no como una exploración de su incertidumbre, la transformación de su cuerpo y de su deseo. No se intenta realizar una inclusión, se toca sabiamente como una incertidumbre exploratoria hacia su sexualidad.
La película también sabe reflejar el dolor, por no entenderse, por no encajar, por descepcionar a sus padres, por sentirse privilegiado y al mismo tiempo ajeno. Tambien se percibe la rabia, silenciosa pero persistente, del que tiene todo y no quiere eso o al menos no de la forma en la que se le ofrece. El deseo no necesariamente se muestra a través de las palabras, pero se siente en el cuerpo, el las miradas hacia Vlad, en la atracción por otro mundo o forma de existir. Y finalmente la esperanza, no de un final feliz y convencional, si no de la posibilidad de que Enzo emprenda su propio camino, de que tome una decisión aunque llena de dudas, sea lo que él quiere y siente.
Conclusión
Enzo es una película que crece con calma, que no necesita grandes estallidos emocionales para conmover. Con la elegancia de Campillo y el espíritu social de Cantet, nos ofrecen una historia de liberación adolescente llena de silencios, metáforas visuales y decisiones que no “resuelven”, sino que abren. Obteniendo como resultado un retrato generoso de lo que significa pasar de ser un joven que obedece al joven que decide y en ello, fracasa, duda, sueña y ama.
Para quienes disfrutan de un cine que interroga sin sermonear, que deja espacios al espectador para sentir, pensar y no saber del todo, Enzo es una de las obras destacadas del año. Y más aún se convierte en un aprendizaje sobre qué es lo que define cumplir la mayoría de edad, no es cumplir por cumplir años, sino asumir la propia vida, con todos sus tropiezos y responsabilidades.

