Reseña: Soy Frankelda

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Soy Frankelda, llega para revolucionar el cine animado mexicano.

Soy Frankelda, llega para revolucionar el cine animado mexicano.

Agradecemos a Cinépolis Distribución por permitirnos ver Soy Frankelda llega para revolucionar no solo el cine nacional animado, también en producciones alejadas del genero, aquí mi reseña.

Estreno: 23 de octubre 2025Género: Animacion Stop Motion
Duración: 1h 44mClasificación: A
Dirige: Roy Y Arturo AmbrizDistribuye: Cinépolis Distribución
Guionistas: Roy Y Arturo AmbrizTítulo original: Soy Frankelda
País: México Elenco: Mireya Mendoza, Arturo Mercado Jr., Luis Leonardo Suárez, Habana Zoé, Juan Pablo Monterrubio

Una Cima del Cine Mexicano de Animación

El cine de animación, especialmente en Latinoamérica, ha luchado históricamente por encontrar un espacio que trascienda la etiqueta infantil y explore las texturas del miedo, la melancolía y la búsqueda identitaria con la seriedad que merecen. Soy Frankelda, el largometraje derivado de la exitosa serie de HBO Max El Libro de los Secretos de Frankelda, no solo reclama ese espacio, sino que lo conquista con la fastuosidad y el meticuloso detalle de una obra maestra del stop-motion. Dirigida por los hermanos Arturo y Roy Ambriz, esta película es un testamento al poder de la artesanía, una quimera visual que es simultáneamente tierna, hilarante y profundamente inquietante. Más que una simple extensión de su universo, es una meditación gótica sobre la naturaleza del miedo y el precio de la memoria, un logro cinematográfico que sienta un precedente ineludible en la región.

Soy Frankelda reside, inevitablemente, en su técnica. En una era dominada por la pulcritud digital, la elección del stop-motion se revela como una declaración artística y temática. Cada fotograma exhala un aura táctil; se pueden casi sentir las fibras del vestuario de Frankelda, la aspereza de los muros de adobe del pueblo de Las Romas y el frío metálico en la mirada de Herneval, su fiel y sarcástica vela. Esta imperfección inherente al movimiento cuadro por cuadro dota al universo de una vida orgánica y defectuosa, perfectamente alineada con los temas de la película: la belleza que reside en lo roto y lo olvidado.

Soy Frankelda

La paleta cromática es otro elemento fundamental en la construcción de este universo gótico mexicano. Los Ambriz evitan el color brillante y saturado de gran parte de la animación contemporánea, optando por tonos terrosos, grises cenicientos, azules profundos y ocres quemados. Las únicas explosiones de color vienen de elementos intencionalmente mágicos o simbólicos, como el fuego de Herneval o los breves destellos de recuerdos vívidos. Esta contención visual no solo establece un tono melancólico y ominoso, sino que subraya la tradición visual del folklore mexicano, donde lo macabro y lo hermoso coexisten en una danza eterna.

El Viaje a la Oscuridad Interior

La trama de Soy Frankelda se construye alrededor de una premisa aparentemente sencilla: el descubrimiento de un nuevo tomo en blanco en la biblioteca de la mansión, un hallazgo que precipita una crisis existencial en nuestra protagonista, la joven escritora inmortal Frankelda. Este libro, distinto a su acostumbrado compendio de cuentos de miedo, no tiene tapas y parece reaccionar a su propia presencia. Para entender su significado y el origen de su propia inmortalidad, Frankelda y Herneval deben emprender un viaje al corazón de la oscuridad: el enigmático pueblo de Las Romas, un lugar donde los secretos no se guardan, sino que se manifiestan de manera física y amenazante.

Aquí es donde la película supera a la serie. Mientras que la serie se centraba en antologías de miedo con un hilo conductor, el largometraje se enfoca en una única y profunda misión de autodescubrimiento. La arquitectura narrativa se torna introspectiva. Las Romas funciona como un espejo psicológico, donde cada habitante y cada monstruo representa una faceta de la ansiedad, el trauma o la represión de la propia Frankelda. El terror en Soy Frankelda no es gratuito; es funcional, una herramienta para desmantelar la coraza emocional que la protagonista ha construido a lo largo de sus siglos de existencia.

El gran antagonista de la película no es un ser corpóreo, sino la necesidad de confrontar un evento traumático de su pasado, un recuerdo que ella misma ha borrado o encapsulado para sobrevivir. Esta aproximación a la memoria como un paisaje hostil es sofisticada y ofrece capas de interpretación que resonarán tanto en el público juvenil como en el adulto. Se plantea la pregunta central: ¿Es la inmortalidad una bendición o una condena, especialmente si te obliga a acumular un sinfín de penas sin la liberación del olvido o la muerte?

Reseña: Soy Frankelda 1

Frankelda y Herneval: La Dinámica del Dúo Inmortal

La química y la dinámica entre Frankelda y Herneval son el corazón latente de la película. Frankelda, con su aire de niña victoriana que carga con el peso de innumerables vidas, es la representación de la melancolía y la curiosidad mórbida. Su voz, siempre medida y reflexiva, contrasta con el cinismo juguetón y la acidez de Herneval, cuya luz física y verbal actúa como el contrapeso irónico necesario para evitar que la narrativa se ahogue en la solemnidad gótica.

Herneval es más que un alivio cómico; es el ancla emocional de Frankelda y, en muchos sentidos, la manifestación de su conciencia protectora. Su lealtad, expresada a menudo a través de quejas y frases mordaces, proporciona los momentos más emotivos y cálidos de la cinta. La relación entre ellos evoluciona de forma sutil, evidenciando que su vínculo trasciende la necesidad práctica de la luz; es una codependencia nacida de siglos de compañerismo en la soledad. La película dedica tiempo a explorar, sin caer en la exposición excesiva, cómo se ha forjado esta dupla, cimentando su estatus como uno de los dúos más memorables de la animación reciente.

Reseña: Soy Frankelda 2

La Audacia Temática y el Subtexto Sociocultural

Lo que eleva a Soy Frankelda de ser una pieza técnicamente impresionante a una obra de arte es su audacia temática. La película aborda, con una sensibilidad notable, conceptos que son raramente explorados en el cine animado dirigido a una audiencia amplia. La ansiedad existencial, la aceptación de la propia sombra (el self reprimido), y la desmitificación de las figuras de autoridad son tratadas con inteligencia.

El elemento de horror está manejado con una madurez impresionante. Los monstruos son tétricos y originales, pero siempre tienen una raíz simbólica. No son solo criaturas para asustar, sino metáforas visuales. Un miedo infantil a la oscuridad, por ejemplo, se transforma en una entidad que consume la luz y la alegría. Las secuencias de pesadilla están diseñadas con una imaginería surrealista que recuerda a los grandes maestros del cine de terror psicológico, logrando una atmósfera opresiva sin recurrir a la violencia explícita.

Socioculturalmente, la cinta se apropia del imaginario popular mexicano, pero lo retuerce y refina. No es una simple decoración folclórica; los monstruos de Las Romas beben de leyendas locales, pero se visten con una estética gótica universal, creando un híbrido fascinante. Esta fusión de la sensibilidad europea de los cuentos de hadas oscuros y la riqueza mitológica de México confiere a la película una identidad única e inconfundible. Es un México de pesadilla, filtrado por el prisma de una narradora eterna.

Reseña: Soy Frankelda 3

Dirección, Ritmo y Sonido

La dirección de los Ambriz es segura y medida. El ritmo de la película, particularmente en el segundo acto, es deliberadamente pausado, permitiendo al espectador saborear los escenarios, las reacciones de los personajes y la densidad atmosférica. Cuando la acción se acelera, lo hace con una fluidez inesperada para el stop-motion, demostrando la pericia técnica del equipo de Positronics.

La banda sonora merece una mención especial. La música no solo acompaña, sino que narra. Utiliza instrumentación que evoca tanto la tradición orquestal de los cuentos de fantasía como elementos percusivos y melódicos propios de la música popular mexicana, creando un tapiz sonoro que refuerza la identidad dual de la película. Los efectos de sonido, crujidos, susurros y el constante tictac de lo inevitable, están diseñados para amplificar la sensación de claustrofobia y misterio que impregna Las Romas.

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Conclusión: El Legado de Frankelda

Soy Frankelda es, en esencia, una carta de amor a la animación artesanal y una demostración rotunda de que el cine de género con ambición intelectual puede y debe producirse en México. No es solo un espectáculo visual, sino una experiencia emocional profunda que invita a la reflexión sobre cómo gestionamos los capítulos más oscuros de nuestra propia historia personal.

Es una película destinada a convertirse en un clásico de culto, comparable en ambición y ejecución a hitos como Coraline o El Extraño Mundo de Jack, pero con una voz y una perspectiva intrínsecamente mexicanas. Para el espectador que busca más allá del entretenimiento superficial, que se deleita en el detalle laborioso y la narrativa que no teme adentrarse en la sombra, Soy Frankelda es una obra esencial, una visita obligada al corazón macabro y fascinante de la imaginación. Es la confirmación de que, a veces, los mejores cuentos de terror son aquellos que nos obligan a mirar dentro de nosotros mismos.