Reseña: Una Batalla Tras Otra

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Una Batalla Tras Otra, una dura crítica social disfrazada de una gran obra.

Una Batalla Tras Otra, una dura crítica social disfrazada de una gran obra.

Agradecemos a Warner Bros Pictures por permitirnos momentos únicos con Una Batalla Tras Otra, incluyendo conferencia de prensa y fan event de la cinta, estamos ante una obra que dará tema de conversación y posiblemente una de las obras complejas, frías y únicas del cine, aquí mi reseña.

Estreno: 25 de septiembre de 2025Género: Drama, Misterio
Duración: 1h 44mClasificación: B15
Dirige: Paul Thomas AndersonDistribuye: Warner Bros Pictures
Guionistas: Paul Thomas AndersonTítulo original: One Battle After Another
País: Estados UnidosElenco: Leonardo Dicaprio, Benicio Del Toro, Sean Penn, Regina Hall, Teyana Taylor, Wood Harris, Alana Haim, Chase Infiniti

Paul Thomas Anderson vuelve a las salas con fuerza, estilo y urgencia en Una batalla tras otra, una película que no solo reafirma su maestría como cineasta, sino que la eleva hacia nuevos territorios en su carrera cinematográfica. Con Leonardo DiCaprio al frente, un reparto de peso, una adaptación libre de una novela de Thomas Pynchon y un discurso tan político como personal, esta cinta se perfila ya como una de las grandes producciones de 2025.

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La película se inspira libremente en Vineland, novela de Thomas Pynchon publicada en 1990, pero Anderson la trae al presente con licencia creativa, reinterpretando personajes, conflictos y escenarios para reflejar tensiones contemporáneas. La trama parte de una premisa potente: Bob Ferguson (Leonardo DiCaprio), ex revolucionario retirado, vive una vida de aparente calma, alejado de sus antiguos ideales. Luego de 16 años de silencio, su hija Willa (Chase Infiniti) es secuestrada por un viejo enemigo, Steven Lockjaw (Sean Penn), lo cual obliga a Bob a reagrupar a sus antiguos camaradas para enfrentarse al pasado, rescatarla y confrontar los fantasmas que creía enterrados ya.

La historia mezcla acción, thriller, comedia negra, drama personal, sátira política, incluso críticas sobre la polarización social, la radicalización de pensamiento, la responsabilidad personal, la familia como espacio de tensión, y las consecuencias del activismo, incluso cuando éste se abandona.

Una Batalla Tras Otra

Desde lo visual, Una batalla tras otra es una apuesta ambiciosa. Anderson regresa al celuloide —filmando en 35 mm, utilizando cámaras VistaVision, e incluso con proyecciones en formato IMAX— para lograr una estética rica, densa, donde cada imagen se siente física, casi táctil. Este tratamiento visual acompaña la escala narrativa: escenas de acción elaboradas, persecuciones, secuestros, tensiones físicas, combinadas con fragmentos más íntimos, pausados, que permiten al espectador respirar, reflexionar y absorber tanto el entorno como los personajes.

La banda sonora corre a cargo de Jonny Greenwood, colaborador frecuente de Anderson, cuyo trabajo añade capas emocionales, tensión, suspense y también momentos de desconcierto. En muchas reseñas se destaca cómo la música no sirve solo para ambientar sino para intensificar el discurso interno de los personajes y la atmósfera social que se sugiere tras las acciones visibles.

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En cuanto al guion y al montaje, se ha dicho que la película tiene alrededor de 161-162 minutos —casi tres horas— lo que plantea riesgos de ritmo. Anderson y su equipo fueron sometidos incluso a pruebas de audiencia (algo poco común en su filmografía) para ajustar algunos aspectos; se informa que el filme fue editado con base en esos comentarios.

El elenco combina nombres muy consolidados con talentos emergentes. DiCaprio interpreta a Bob Ferguson, un hombre marcado por el pasado, la desilusión, la culpa, y la necesidad de redimirse, quizás más para sí mismo que para los demás. Las críticas coinciden en que DiCaprio logra balancear lo épico con lo íntimo: sus escenas de confrontación, acción, remordimiento, exhiben una vulnerabilidad que no desentona con el tono general del filme.

Sean Penn como Lockjaw es un antagonista complejo, no un villano unidimensional: su papel aporta la tensión externa, pero más importante aún, pone en movimiento los conflictos internos de Bob. Regina Hall, Teyana Taylor, Benicio del Toro y la debutante Chase Infiniti ofrecen interpretaciones elogiadas: algunos personajes secundarios se convierten en espejos, en contrapartes, en voces que cuestionan al protagonista, lo complementan, le suman obstáculos emocionales, ideológicos.

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Se siente que Anderson no escribió esta película en una burbuja. Una batalla tras otra funciona como espejo del presente: polarización política, discurso de odio, radicalismo, fractura social, la nostalgia de un activismo pasado frente a un presente desencantado. Medios como Infobae destacan que la película es un retrato incómodo de lo que sucede hoy en Estados Unidos: divisionestribales, miedo al otro, erosión de la empatía.

Lo que hace especial Una batalla tras otra es que logra conjugar lo comercial con lo artístico, sin traicionar ninguno de los dos extremos. Anderson toma riesgos: pone en el centro un mensaje incómodo, se expone al hecho de que algunos espectadores lo rechacen por la longitud, la complejidad, el tono fragmentado, pero lo hace con convicción, con rigor, con recursos cinematográficos de primera.

El protagonista, Bob, no es un héroe perfecto; no pretende serlo. Ni los antagonistas ni los compañeros de Bob son meros estereotipos. Esa complejidad añade profundidad. Y aunque es evidente la intención de reflexión política —sobre el activismo, la memoria, la responsabilidad de las generaciones pasadas, el rol de la paternidad como espacio moral— el filme no se queda en el panfleto. Elige contar a través de personajes rotos, huellas del pasado, de aquello que no se dijo, de lo que se abandonó, y cómo eso pesa.

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Visualmente, la película es deslumbrante. Las escenas filmadas en celuloide tienen una textura que pocas producciones grandes contemporáneas adoptan, lo que da a la película una dimensión física: la arena, la suciedad, el humo, la sangre, los objetos cotidianos, los gestos… todo tiene una presencia. La música de Greenwood es otra de las apuestas seguras, porque acompaña sin imponerse, intensifica sin fatigar.

Pero no es perfecta. En mi lectura, los momentos más débiles tienen que ver con lo que Anderson deja abierto sin resolver: algunas subtramas, ciertos secundarios, el ritmo intermedio, momentos en que la película parece contarse a sí misma como mito, como epopéyica familiar + política al mismo tiempo, lo que la hace espectacular pero también demanda del espectador una entrega emocional importante. Para algunos, esa exigencia será gratificante; para otros, agotadora.

Conclusión:

Una batalla tras otra es, hasta ahora, una de las películas más fuertes del año. No solo por su narrativa fría o sus escenas de acción, sino por lo que propone: un cine que reconoce la complejidad del mundo contemporáneo, que no teme lo ambiguo, que entiende que la paternidad, la memoria, la política, lo personal, lo público, están entrelazados, y que muchas heridas del pasado siguen vivas.

Si buscas una película que entretenga, que haga latir el corazón, que provoque reconocimiento, rabia, reflexión; si estás dispuesto a un viaje emocional exigente, con momentos intensos, con humor, con dolor Una batalla tras otra es una cita obligada. Quizá no ames todo en ella, quizá salgas del cine con preguntas abiertas, con la tensión de lo que no se resolvió, con fragmentos que seguirán resonando en tus pensamientos. Pero, sobre todo, te darás cuenta de que estás ante una película grande, urgente y necesaria.

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