El mini set Day of Rebirth de Hearthstone, fue lanzado el 2 de septiembre de 2025 como una adición de 38 cartas a la expansión La Ciudad Perdida de Un’Goro, este set buscaba despertar la emoción prehistórica con dinosaurios, huevos en evolución y mecánicas de renacimiento. Con un precio de $14.99 USD o 2,000 de oro, incluía legendarias vistosas como El Huevo de Khelos y Beast Speaker Taka, prometiendo sacudir a los fans de Hearthstone, pero simplemente resultó ser un fracaso que solo sigue marcando la lenta agonía del juego.

Desde su lanzamiento, el set se estrelló como un meteorito y no fue muy bien recibido por la comunidad, los foros explotaron en críticas, se le consideró “el peor mini set de la historia” por sus cartas costosas y sin balance que rara vez hacen una diferencia en competitivo. Todo mientras tristemente Hearthstone sigue batallando por permanecer activo, por ejemplo, los usuarios activos mensuales cayeron de 1.98 millones en octubre de 2024 a 790,000 en febrero de 2025, con cifras diarias de apenas 190,000–316,000.
El parche 33.4.2 del 17 de septiembre trajo mejoras a nueve cartas (reducción de maná para Ankylodon y más estadísticas para Asphyxiodon, entre otras), pero se sintió como poner curitas en una herida abierta que no parece sanar. En pocas palabras, esto no se siente como una evolución… es evasión, la aceleración de un juego que ya perdió su rugido.
La garra de la monetización
En el ocaso de Hearthstone, la monetización de Blizzard huele a un movimiento desesperado, sobre todo con el sistema Darkmoon Faire Treasures: un ‘gachapon’ disfrazado de diversión. Con precios de hasta $158 por mascotas premium como King Krush y probabilidades ocultas, resulta ser un movimiento depredador que aleja a Hearthstone de lo que un día fue. Los críticos lo llaman un tipo de apuesta, algo poco ético en un juego clasificado para adolescentes, desviando el tiempo de desarrollo hacia recaudar el más dinero posible en lugar de ofrecer contenido sólido.

Sin embargo, las cifras lo dicen todo: la base de jugadores se ha desplomado, los esports apenas sobreviven y la participación en los leaderboards cae sin freno. En lugar de este circo de microtransacciones, imagina reinvertir en contenido que tenga alma: traer de nuevo aventuras con personajes entrañables como League of Explorers, Dungeon Runs infinitos o incluso añadir la clase Monje con el estilo híbrido de Warcraft. Eso podría devolver frescura a una reliquia de 11 años, pero no… la hoja de ruta sigue priorizando expansiones sobre la innovación. Es una traición que farmea a los pocos seguidores fieles en lugar de intentar rescatar el juego.
Si Blizzard no cambia de rumbo, el “renacimiento” de Hearthstone será su réquiem.
Entre cráteres y promesas incumplidas
El mini set Day of Rebirth prometía un auge prehistórico con 38 cartas nuevas llenas de rugidos de dinosaurios, huevos en evolución y sorpresas bestiales. Con un precio de $14.99 USD el paquete básico o $69.99 USD por la versión dorada con una legendaria diamante, buscaba vincularse con el ‘Año del Raptor’ mediante mecánicas como las transformaciones del Egg of Khelos o las sinergias de Beast Speaker Taka.

Sin embargo, el “renacimiento” fue un amanecer falso: diseños mediocres, un parche tibio, una monetización abusiva y la ausencia de verdadera innovación. Las legendarias como Mirrex the Crystalline y Diabolus Rex quedaron olvidadas en competitivo por sus altos costos de maná y recompensas situacionales.
Conclusión de Day of Rebirth
Aunque las mejoras despertaron chispazos como el mazo Egg Warlock, el legado del mini set es uno de potencial desperdiciado, monetización aborazada y una comunidad en retirada. Sin un giro audaz hacia aventuras, modos rejugables o la introducción de una clase Monje, Hearthstone corre el riesgo de desvanecerse en la irrelevancia mucho más pronto de lo que creemos.