La Vida De Chuck, una historia emotiva para meditar.
Agradecemos a Diamond Films por invitarnos a la función especial de La Vida De Chuck, una historia reflexiva sobre la existencia, aquí te contamos todos los detalles de este bello relato hermosamente retratado.
Estreno: 21 de agosto de 2025 | Género: Drama, Fantasía |
Duración: 1 h 50 m | Clasificación: B |
Dirige: Mike Flanagan | Distribuye: Diamond Films |
Guionistas: Mike Flanagan, Stephen King | Título original: The Life Of Chuck |
País: Estados Unidos | Elenco: Tom Hiddleston, Chiwetel Ejiofor, Karen Gillan, Mark Hamill |
Hay películas que uno espera con ansiedad porque vienen firmadas por un director de prestigio o porque se basan en un material literario conocido. Y hay otras que, sin llamar mucho la atención, se convierten en experiencias vitales, en recordatorios de que el cine todavía puede conmovernos de maneras inesperadas. La vida de Chuck (The Life of Chuck), dirigida por Mike Flanagan y basada en la novela corta de Stephen King, es una de esas raras joyas que aparecen de vez en cuando. No es un blockbuster, no es terror en su sentido clásico, tampoco es un drama de fórmula. Es, sencillamente, una película sobre lo que significa estar vivo, contada con ternura, riesgos y un corazón que late en cada escena.

Un apocalipsis que inicia en silencio, una danza en plena calle, un niño que crece entre fantasmas: La vida de Chuck, adapta el relato homónimo de Stephen King publicado en If It Bleeds, y lo hace con un estilo audaz y envolvente. Flanagan, especializado en material kingiano en pantalla, deja de lado el terror explícito para explorar lo existencial con ternura, misterio y un ritmo poco común. La historia, narrada en tres movimientos inversamente cronológicos, celebra la vida a través de lo cotidiano, lo cósmico y lo humano.
La disfruté de principio a fin, y quiero compartir por qué me parece una de las películas más especiales de los últimos años. La película no siguen un orden cronológico convencional, sino que descienden desde la tragedia hacia el origen, manteniéndose fiel a la estructura que King propuso en su relato, pero se traslada al cine con un pulso visual que hace que este recurso no sea un mero artificio.

- El primer acto (aunque narrativamente es el tercero) nos sitúa en un mundo en ruinas. La civilización se desmorona: hay fallas sísmicas, las ciudades se apagan, la sociedad se fragmenta. En medio de este panorama apocalíptico, comienzan a aparecer carteles y mensajes misteriosos celebrando a un tal Chuck Krantz.
- El segundo acto cambia completamente el tono. Ahora seguimos a Chuck (Tom Hiddleston) en un día cualquiera de su vida adulta. Un hombre corriente, trabajador, que decide detenerse en la calle y bailar con una desconocida.
- El tercer acto (cronológicamente el primero) nos lleva a la infancia de Chuck, cuando vivía con sus abuelos en una casa un tanto mágica, donde los fantasmas y la imaginación convivían con la rutina.

La película, comienza con el final del mundo y termina con un niño que recién empieza a descubrirlo. Un viaje inverso que nos obliga a mirar nuestra propia existencia con nuevos ojos, funcionando como un viaje hacia lo esencial: desde la fragilidad del final hasta la chispa que lo hace significativo.
Como lector de Stephen King, estoy acostumbrado a ver sus obras en el cine y la televisión bajo un manto de terror, suspenso o misterio sobrenatural. Flanagan mismo ya había adaptado Doctor Sleep y Gerald’s Game con notable éxito. Pero aquí el director se atreve a ir más allá: La vida de Chuck no es terror, sino un canto existencial que conmueve e invita a reflexionar.
Sí, hay elementos oscuros, como el apocalipsis del inicio o la presencia de lo inexplicable en la infancia de Chuck. Pero la historia no busca asustar: busca hacernos reflexionar sobre lo efímero, sobre cómo incluso en medio del caos hay belleza. En ese sentido, Flanagan se mantiene fiel a una de las obsesiones más profundas de King: la capacidad humana de encontrar esperanza en la oscuridad.

Lo que más me gustó de La Vida De Chuck es el equilibrio entre lo humano y lo cósmico. Flanagan filma el fin del mundo con austeridad, sin recurrir a grandes efectos digitales ni catástrofes ruidosas. Prefiere mostrar calles vacías, conversaciones interrumpidas, momentos de desconexión tecnológica. En contraste, las escenas del baile y de la infancia están llenas de color, música y ternura.
La fotografía aprovecha mucho la luz natural: en los momentos apocalípticos, domina una paleta gris y apagada; en el baile, se encienden tonos cálidos, vibrantes; y en la infancia, hay un aura casi fantástica, con luces que parecen salir de un cuento. El resultado es un viaje emocional que pasa de la desesperanza a la celebración, y de la celebración a la inocencia.

La banda sonora de La Vida De Chuck es una maravilla. Se mueve con suavidad entre lo emotivo y lo festivo: pianos melancólicos en la infancia, atmósferas inquietantes en el apocalipsis y un estallido rítmico y alegre en la secuencia del baile. La música no solo acompaña, sino que traduce emociones: cuando Chuck baila, sentimos la liberación; cuando el mundo se apaga, escuchamos su eco apagarse.
Si algo me dejó la película, más allá de su belleza estética, fue la reflexión sobre nuestra propia mortalidad. La vida de Chuck nos recuerda que todos dejamos una huella, incluso si no somos conscientes de ello. No hace falta salvar al mundo, ganar premios o ser recordado por generaciones: basta con haber amado, haber reído, haber vivido.
El mensaje de La Vida De Chuck puede sonar simple, incluso cursi. Pero en un tiempo donde el cine muchas veces se concentra en la espectacularidad, es refrescante encontrarse con una obra que defiende lo sencillo con tanta convicción.

Tom Hiddleston interpreta a Chuck con una calidez y tan humano. Su carisma natural se pone al servicio de un personaje que no es un héroe ni un villano, sino simplemente una persona con una vida común, pero significativa. Su sonrisa en el baile tiene más poder que cualquier escena de acción. Chiwetel Ejiofor como Marty ofrece el contrapeso perfecto: un hombre cansado, incrédulo, pero capaz de volver a abrirse a la esperanza. Su química con Karen Gillan es conmovedora, especialmente porque sus personajes representan a la humanidad que lucha por encontrar sentido en medio de la nada.Karen Gillan brilla en un papel más contenido de lo habitual: su felicidad es vulnerable y fuerte a la vez, alguien que entiende que incluso en el final, todavía vale la pena cuidar, acompañar y amar. Los abuelos de Chuck, interpretados por Mark Hamill y Mia Sara, son el corazón de la última parte. Nostálgicos, tiernos y un poco excéntricos, sostienen la idea de que lo cotidiano también es extraordinario. Finalmente, Nick Offerman como narrador le da un tono poético a la película, casi como si estuviéramos escuchando un cuento junto a la fogata.
Conclusión:
La Vida De Chuck es una película que celebra lo efímero, que convierte lo cotidiano en poético y que nos invita a bailar aun cuando el mundo parece derrumbarse. Mike Flanagan demuestra que no necesita recurrir al terror para transmitir intensidad: basta con contar una historia humana con sensibilidad y valentía.
No será para todos, porque su tono sentimental puede incomodar a los más escépticos y la estructura del relato puede confundir o ser poco comprensible, al final del día cada quien se lleva algo, toda mente es un universo. Pero quienes decidan abrirse a su propuesta encontrarán una experiencia única: un viaje desde el final del mundo hasta los primeros pasos de un niño, y en ese trayecto, un espejo que nos recuerda por qué vale la pena vivir.
En mi caso, como crítico y como espectador, no puedo más que agradecerle. Porque pocas veces el cine me ha hecho salir de una sala con tantas ganas de celebrar la vida y al mismo tiempo sentirme reflexivo y melancólico.
