Agradecemos a PQube por proporcionarnos una copia de Discounty para la elaboración de esta reseña.
Desarrolla: Crinkle Cut Games | Género: Simulación, Indie |
Distribuye: PQube | Clasificación: E |
Jugadores: 1 jugador | Plataforma: Nintendo Switch 1|2, PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series X|S y PC, Steam |
Estreno: 21 de agosto de 2025 | Idioma: Inglés, Portugués, Español (+13) |
Discounty: Mucho más que un simulador de tienda
¡Administra tu propio supermercado de descuentos! Envuélvete en el drama de un pequeño pueblo, organiza y planifica la distribución de tu tienda, y consigue lucrativos acuerdos comerciales mientras haces crecer el imperio empresarial de tu enigmática tía. Vender más papas fritas congeladas seguramente curará a esta comunidad rota… ¿verdad?
sinopsis de Discounty.
Cuando llegaron a nuestro correo los primeros detalles de Discounty, nos encantó de inmediato su estilo de animación. A primera vista, el juego parecía uno de esos títulos lindos y acogedores, pero también nos generaba cierta duda: ¿sería uno de esos juegos de gestión que se vuelven monótonos y tediosos con el paso del tiempo?
En un panorama saturado de propuestas cozy, era fácil pensar que podría pasar desapercibido. Pero, para nuestra sorpresa (y de muchos ahora que vemos sus puntaje), Discounty nos cerró la boca con una narrativa bien construida, una jugabilidad sencilla pero efectiva, y un altísimo nivel de adicción que te atrapa casi sin darte cuenta.

Así que, entremos en materia y evaluemos cada parte de lo que nos ofrece Discounty, la primera obra del estudio independiente Crinkle Cut Games.
Los primeros pasos, abre tu tienda
La premisa de Discounty es sencilla: te mudas a un pequeño pueblo que ha perdido relevancia con los años. Allí te recibe una tía lejana que, aunque parece tener algún lazo emocional contigo, en realidad te ve más como una mula para que hagas el trabajo pesado. Te paga poco y espera que hagas el trabajo duro, algo que, seamos honestos, suena bastante a la vida real. Tu aventura comienza en una humilde camper equipada con lo básico, desde donde te embarcarás en la misión de abrir la tienda más grande del pueblo… y, ¿por qué no?, de toda la región.

Lo que al principio parece un simple trabajo de vender leche y pan, poner stickers de oferta y mantener el piso limpio, rápidamente se transforma en algo mucho más grande. En Discounty, terminarás hasta el cuello en chismes, tareas inesperadas, problemas sociales, conspiraciones locales e incluso corrupción, todo en un pueblito en decadencia que te mira con cara de «eres nuestra única esperanza… pero tampoco es que te queramos aquí». Y sí, todo esto mientras intentas que no falten tomates en la sección de vegetales.

Un bucle bastante satisfactorio
Y aunque manejar una tienda puede sonar aburrido a simple vista, lo cierto es que el bucle jugable de Discounty es sorprendentemente adictivo. La rutina diaria es clara: te levantas a las 6:00 a.m., puedes recorrer el pueblo, negociar o comprar mercancías de alguno de los cuatro productores locales. A las 6:30 a.m. abre la ferretería, donde puedes adquirir el mobiliario que necesites, y a partir de ahí te dedicas a hacer pedidos y organizar los estantes para tener todo listo.

A las 9:00 a.m. la tienda abre sus puertas: atiendes clientes, repones productos, limpias el suelo, organizas las estanterías y haces malabares para cobrar… todo antes del cierre a las 5:00 p.m. Pero no se trata solo de eso. Hay una historia que avanza en paralelo, y cada misión representa un paso importante que tendrá un impacto directo en tu tienda.
Por eso es clave que aproveches el tiempo antes y después del horario laboral para tener una vida fuera del local y avanzar en tus objetivos. Explorar cada rincón de Blomkest, hablar con sus habitantes y realizar pequeñas tareas te dará lo que necesitas para seguir progresando.
Todo esto, claro, antes de caer rendido a las 11:59 p.m., cuando el día termina automáticamente… y todo vuelve a empezar.

El caos controlado del día a día
La primera impresión que deja Discounty es la de un juego caótico, especialmente durante los primeros días de tienda. Al no tener mucho presupuesto, tendrás solo una calculadora (como la de tu tiendita de la esquina), así tendrás que introducir manualmente los precios de cada producto que vendes, y no, no basta con solo apretar un botón, tienes que usar el pad numérico o hacer las cuentas mentalmente, siguiendo de referencia una lista de precios a tu lado izquierdo. Es un sistema que te hace sentir como un auténtico empleado novato (y pobre), todo mientras los clientes se desesperan mientras más te tardes.

Por suerte, al inicio no estás completamente solo. Grace será tu guía durante los primeros días, ayudándote a familiarizarte con la computadora para hacer pedidos, dándote consejos sobre cómo administrar tu tiempo, y enseñándote a usar tus bolsillos para cargar objetos y manejar el dinero. Sin embargo, el gusto dura poco: tu tía decide despedirla rápidamente, y a partir de ahí, toda la responsabilidad recae sobre ti.

La vida dentro de la tienda se aprende rápido, con una jugabilidad bastante sencilla, pero efectiva. Dependerá de ti llevar el control del inventario, completar los objetivos que te marca el sistema y acumular puntos Discounty, que te permitirán desbloquear upgrades, como mejorar la apariencia del local, adquirir productos nuevos y bolsillos extras. Además, más adelante en el ayuntamiento podrás desbloquear la impresora para imprimir carteles y atraer a nuevos clientes.

Una de las primeras y más importantes mejoras que puedes conseguir es el escáner de códigos de barras, que te recomendamos desbloquear tan pronto como tengas la oportunidad. Con él, te olvidas de meter precios a mano: solo tienes que rotar el producto hasta que el lector lo detecte… y listo. Eso sí, no elimina del todo el estrés de los días más agitados.

Y lo curioso es que ese estrés… engancha. De forma magnífica. Hubo sesiones en las que, sin darnos cuenta, pasamos más de cuatro horas seguidas jugando. Hay algo muy placentero en el ritmo de Discounty: la rutina de reponer estantes, vender, analizar tus ventas y mejorar poco a poco el local se vuelve adictiva de una manera difícil de explicar. Cada día se siente como un pequeño reto distinto, y siempre quieres jugar “solo un día más” antes de apagar la consola.

Todo tiene un propósito (y bastante humor)
Discounty no es solo un simulador de tienda. Es más bien una aventura narrativa disfrazada de juego de gestión. El pueblo de Blomkest está al borde del colapso económico y social, su población se reduce, las corporaciones acechan el lugar para quedarse con las tierras, hay un daño ambiental creciente, y tú, por circunstancias del destino (y de la tía Tellar), terminas siendo una figura central en todo esto. Todo de repente escala a cosas bastantes turbias y dependerá de tí desentrañar todo esto.

Lo bonito es cómo el juego equilibra esa doble naturaleza: sí, estás vendiendo pescaditos con sabor a pescado o leche deslactosada baja en grasa para una clienta exigente, pero al mismo tiempo estás ayudando a construir relaciones con los habitantes, desbloqueando misiones secundarias y, poco a poco, descubriendo lo que está podrido en el corazón de lo que una vez, fue una pintoresca ciudad.
Las conversaciones con los personajes no son largas ni pretenciosas, pero sí están cargadas de personalidad. Cada cliente tiene sus costumbres, personalidades y hábitos de compra, y con el tiempo, puedes empezar a identificarlos por sus preferencias. Esto le da una profundidad inesperada al día a día y hace que sientas que estás construyendo algo más allá de un imperio de abarrotes.

Pero, no todo es perfecto…
Como en cualquier negocio, no todo es perfecto en Discounty. A veces, interactuar con objetos o personajes puede resultar frustrante si no estás en el ángulo exacto. Esto se vuelve especialmente molesto cuando hay múltiples elementos en una misma casilla, lo que puede provocar situaciones absurdas, como iniciar una conversación accidental mientras intentabas mover un estante.
También hay algunos bugs y comportamientos extraños por parte de los NPCs. Por ejemplo, clientes que se quedan atrapados en la tienda o que, pese a tener todos sus productos, no se acercan al mostrador. Y sí, eventualmente reaccionan al cierre, pero lo hacen justo cuando se enojan contigo por hacerlos esperar, lo cual te hace perder puntos en tu medidor de satisfacción.

Un error importante que reportamos al equipo de desarrollo está relacionado con el idioma. En español (y al parecer en cualquier idioma que no sea inglés), a veces no es posible iniciar ciertas conversaciones necesarias para avanzar en la historia. Esto nos obligó a repetir el día varias veces, hasta volverse francamente frustrante. La solución, fue cerrar el juego, cambiar el idioma a inglés, y continuar desde ahí. El problema es que, al no haber un sistema de guardado manual, el juego solo guarda al terminar el día, lo que significa que si se presenta un bug al comenzar una nueva jornada, tendrás que reiniciarla desde cero a las 6:00 a.m.

La falta de guardado manual es otro punto negativo a considerar, especialmente cuando se combinan con este tipo de errores técnicos que, si bien no arruinan la experiencia por completo, sí afectan su fluidez y pueden sacarte momentáneamente del encanto que ofrece Discounty. Aunque bien, esto lo hemos escrito en su acceso previo a prensa y es algo que nos dijeron, están trabajando en solucionar.
Una ética un poco contradictoria
Una de las cosas más interesantes de Discounty es cómo se construye esa tensión entre la crítica social y el abrir tu imperio capitalista. Por un lado, el título parece querer criticar el sistema de consumo, la explotación laboral y los problemas de contaminación y expansión en zonas rurales. Pero por otro, te hace sentir que para progresar, tienes que trabajar sin parar, optimizar cada rincón de la tienda, y vivir para vender.

Es una disonancia temática que no termina de resolverse, pero que sí hace al juego más interesante. Te hace pensar, y de cierta manera, te deja sentir que puedes ser el factor de cambio en una comunidad que te abraza, y a veces te desprecia.
Recomendación: Ten una vida más allá de la caja registradora
Fuera del horario comercial, tienes un poco más de libertad para explorar la ciudad, charlar con los vecinos, cumplir misiones secundarias y desarrollar relaciones. Y los domingos, cuando la tienda está cerrada, es el momento perfecto para avanzar en estas historias. Te recomendamos interactuar con el entorno, esto te puede lelvar a desbloquear pequeños logros en el juego.

Además, Discounty tiene una estructura por capítulos, con unas buenas 20-25 horas de contenido principal. A medida que avanzas, puedes mejorar tu inventario, conseguir nuevos muebles y desbloquear mejoras prácticas como bolsillos más grandes, mejores neveras o potenciadores de venta. Todo esto mantiene la experiencia fresca sin sobrecargarla de sistemas complicados e innecesarios.

En pocas palabras…
Discounty es un juego que sorprende por cómo combina lo mundano con lo significativo. A primera vista parece solo una simulación sencilla de tienda, pero detrás de las cajas de cereales y los suelos sucios, esconde una narrativa con corazón, personajes imperfectos y una crítica ligera, pero presente, al sistema que nos explota con jornada laborales interminables y estresantes.

Tiene sus fallos técnicos y mecánicos, sí, pero nada que rompa la experiencia. De hecho, hay algo encantador en lo imperfecto de Discounty. Es como ese supermercado de barrio con baldosas viejas, pero donde todos te saludan por tu nombre y encuentras justo lo que necesitas.
Discounty es la ópera prima de Crinkle Cut Games, y tras jugarlo, podemos decir que fue ¡Un gran inicio!, y estamos ansiosos por ver qué más tienen en su tienda. Sin duda, fue una experiencia cálidamente caótica, adictiva y extrañamente… humana.