Apocalipsis Zombie: Paciente Z una gran opción para amantes del género.
Agradecemos a DarkSide Distribution por invitarnos a la función de Apocalipsis Zombie: Paciente Z. una cinta que nos sorprendió por su giro en la temática zombie aquí nuestra reseña
Estreno: 30 de abril 2025 | Género: Acción, Horror, Thriller |
Duración: 1h 29 min | Clasificación: B15 |
Dirección: David Moreau | Distribuye: DarkSide Distribution |
Guionista: David Moreau | Título original: MadS |
País: Estados Unidos | Elenco: Lucille Guillaume, Laurie Pavy, Milton Riche |
Un adolescente va a ver a su camello para probar una nueva droga antes de irse de fiesta. De camino a casa, recoge a una mujer herida y la noche da un giro surrealista.

En un subgénero tan saturado como el de los zombis, Apocalipsis Zombie: Paciente Z logra destacar no solo por su propuesta estética atrevida, sino también por la intensidad psicológica de su narrativa. Estrenada en la plataforma Shudder el 18 de octubre de 2024 y con llegada a Latinoamérica este 30 de abril de 2025 de la mano de DarkSide Distribution, esta cinta francesa nos sumerge en una experiencia claustrofóbica, visceral y alucinatoria, que más que buscar el susto fácil, se atreve a explorar la fragilidad mental en medio del caos apocalíptico.
El filme, dirigido por David Moreau, se desarrolla en tiempo real y está filmado en una sola toma continua, una decisión técnica tan ambiciosa como efectiva. Desde el primer fotograma, seguimos a Roman (interpretado por Milton Riche), un joven que en la víspera de su fiesta de cumpleaños toma una decisión aparentemente inofensiva: visitar a su dealer para probar una nueva droga. Lo que sigue es una espiral descendente donde realidad, paranoia y violencia se entrelazan de forma cada vez más difusa.

La tensión comienza cuando Roman, de regreso a casa, se detiene para ayudar a una mujer ensangrentada al costado de la carretera. La situación se torna grotesca cuando, presa del pánico, la mujer se golpea la cabeza contra el auto hasta morir frente a él. Este momento un tanto absurdo, brutal y confuso, marca el punto de quiebre en la noche del protagonista y da inicio a una serie de acontecimientos cada vez más inquietantes. Roman comienza a experimentar síntomas extraños: alucinaciones, confusión, náuseas, y una creciente sensación de que está perdiendo el control de su cuerpo… y de su mente.
El punto clave de Paciente Z es su capacidad para mantener la tensión sin descanso, apoyándose en el uso magistral de la cámara en mano y la iluminación natural. El plano secuencia refuerza la inmersión total del espectador en la mente de Roman, que se va desmoronando con cada minuto que pasa. La cámara se convierte casi en un personaje más, siguiendo los pasos sin tregua mientras intenta comprender si lo que le sucede es producto de la droga o si realmente está presenciando el inicio de un brote zombie.

Lucille Guillaume y Laurie Pavy complementan con actuaciones sólidas, pero el peso de la cinta recae sobre los hombros de Milton Riche, quien entrega una interpretación vulnerable y cruda. Su evolución desde el entusiasmo juvenil hasta la desesperación absoluta es creíble, y gracias al enfoque en tiempo real, su transformación se siente aún más intensa.
Lo que diferencia a Paciente Z de otras películas del género es que el apocalipsis no es inmediato ni evidente. No hay hordas de zombis desde el principio, ni grandes explosiones ni caos urbano. La amenaza es más sutil, más personal. Todo se vive desde la perspectiva distorsionada de Roman, lo que siembra una duda constante: ¿realmente está sucediendo todo esto o es producto de una sobredosis y una mente colapsando?

Moreau apuesta por una narrativa ambigua que mantiene al espectador en suspenso. Esta es una película que no ofrece respuestas fáciles y que probablemente generará debate entre quienes la vean. ¿Se trata de un drama psicológico con toques de horror, o realmente estamos presenciando los primeros momentos del fin del mundo?
Conclusión:
Apocalipsis Zombie: Paciente Z es una experiencia cinematográfica intensa, desafiante y estilísticamente audaz. No es solo otra historia de zombis; es una exploración sobre la percepción, la ansiedad y la línea borrosa entre lo real y lo imaginado. Un ejercicio de tensión sostenida que, gracias a su formato y a su poderosa interpretación central, deja una marca duradera en el espectador.

Reseña por Mayra Yazmìn Torrez