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A Goofy Movie: 30 años después, aún nos habla al corazón

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Hablemos de la película que marcó toda una generación…

A Goofy Movie fue el abrazo que no sabíamos que necesitábamos

Hay películas que no solo se quedan en la pantalla, sino que se guardan en el corazón. A Goofy Movie, estrenada en 1995, es una de esas joyas noventeras que definieron una generación. Más allá de su estética vibrante, su música inolvidable y momentos divertidos, nos enseñó una de las lecciones más profundas y tiernas del cine: la complejidad del vínculo entre padres e hijos.

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Muchos de nosotros vimos A Goofy Movie cuando éramos niños, sin comprender del todo el mundo de los adultos ni las preocupaciones de nuestros padres. Solo queríamos jugar, reír y librarnos de las reglas aburridas de la casa. Nos burlábamos de Goofy, y nos identificábamos con Max: buscando nuestro lugar en el mundo, rodeados de amigos, y quizás viviendo nuestro primer amor.

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Pero al crecer, la película te pega de una manera diferente, la comedia se volvió más profunda, y las lágrimas comenzaron a salir en escenas que antes pasaban desapercibidas para nosotros.

A Goofy Movie nos recuerda que, por más que cambiemos, que crezcamos, que queramos distanciarnos para encontrar nuestra propia identidad, siempre seremos, en el fondo, los hijos de alguien que solo quiere nuestro bien. Y que, a veces, aunque ese amor no se expresa de la manera que quisiérmos, debemos recordar que a ellos tampoco se les enseñó a ser padres y que a veces los amigos que creíamos para toda la vida se pierden en el camino.

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Así, los domingos de caricaturas y desayuno frente al televisor se han convertido en mañanas de resaca, días de limpiar la casa, o simplemente en momentos de soledad, recostados en la cama, pensando en lo que fue. Tal vez aquellos que amamos ya no están, tal vez están a miles de kilómetros, o tal vez… las cosas simplemente ya no son como antes.

Y aunque el mundo no deja de avanzar, A Goofy Movie nos regaló (y aún nos regala) un mensaje profundo: crecer puede ser difícil, las relaciones nunca son perfectas, y que realmente nosotros tampoco. Pero a veces, solo hace falta disfrutar el momento, compartirlo con quienes amamos, y aceptar que amar también es aprender a entendernos, aunque no siempre sepamos cómo.

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Y aunque los años sigan pasando, aunque ya no tengamos teles de caja ni videos en cassette, volver a ver A Goofy Movie, con su estética noventera y su corazón ochentero, es como volver a casa. A ese lugar seguro donde, sin importar cuánto hayamos cambiado, siempre habrá alguien que nos recuerda con cariño… incluso si nunca supieron cómo demostrarlo.

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Gracias, A Goofy Movie, por hablarnos cuando éramos niños… y por seguir hablándonos ahora que ya no lo somos tanto.

Recuerda que la película contará con un documental especial por Disney+ que festejará sus 30 años: