Mesa de Regalos, una comedia romántica que se queda sin boda.
Agradecemos a Star Distribution por invitarnos a Mesa de Regalos, una comedia romántica mexicana, aquí nuestra reseña.
| Estreno: 16 de enero de 2025 | Género: Comedia, Romance |
| Duración: 1h 35m | Clasificación: B15 |
| Dirige: Noé Santillán López | Distribuye: Star Distribution |
| Guión: Juan Carlos Aparicio, Daniela Richer, Mateo Stivelberg | Título original: Mesa De Regalos |
| País: México | Elenco: José Eduardo Derbez, Cassandra Sánchez Navarro, Ariel López Padilla, Iran Castillo, Verónica Bravo, Gustavo Egelhaff, Daniel Tovar |
Nicolás y Antonia son dos amigos de toda la vida que ven cómo todos disfrutan de estabilidad emocional y laboral, mientras ellos son un desastre. Después de asistir a más de una decena de bodas ajenas y buscando el empujoncito económico que necesitan para cumplir sus sueños, deciden poner en marcha una idea descarada pero brillante: ¡casarse! Pero no lo harán de verdad. Sus planes son anunciar su supuesto amor escondido, organizar una gran boda, recolectar el dinero de los regalos y que Antonia deje plantado a Nicolás en el altar. Asumen que, después del escándalo, nadie será capaz de pedir que le devuelvan el regalo, y así se dividirán el botín para financiar sus sueños.
Mesa de regalos nos presenta a Nicolás y Antonia en la boda de unos amigos en común. Desde el inicio, la trama establece su tono ligero al sentarlos en una mesa exclusiva para solteros, un recurso que busca provocar chispas cómicas. Sin embargo, este cliché, común en comedias románticas, carece de originalidad y podría haberse presentado de forma más creativa.
Nicolás es un emprendedor con una start-up enfocada en dueños de perros, pero su vida no es precisamente glamurosa: trabaja como vendedor en una tienda departamental y comparte vivienda con tres roomies. Por otro lado, Antonia sueña con estudiar una maestría en letras en España, un sueño noble pero constantemente cuestionado por su familia. La premisa de la película se detona cuando, en un acto desesperado, Nicolás y Antonia deciden fingir una boda para quedarse con el dinero de los regalos y así financiar sus respectivos sueños.
Aunque la idea es prometedora, el guión no logra aprovechar del todo su potencial. Los personajes secundarios, que deberían enriquecer la trama, se sienten planos y sin propósito. Un ejemplo claro es Diego, el cuñado de Antonia, cuya participación resulta tan insustancial que apenas aporta algo al desarrollo de la historia.
En cuanto a la comedia, Mesa de regalos tropieza con un problema recurrente en muchas producciones del género: los chistes reciclados. El abuso de fórmulas conocidas y situaciones que intentan ser graciosas pero terminan siendo absurdas le resta frescura a la narrativa. Por el contrario, el romance entre los protagonistas es uno de los pocos elementos que logra destacar. Su desarrollo, aunque predecible, fluye con una naturalidad que se agradece en medio de tanto desacierto.
Visualmente, Mesa de regalos destaca por su acertada adaptación del entorno urbano de la Ciudad de México. Las locaciones seleccionadas para el rodaje no solo son un reflejo auténtico de la ciudad, sino que también complementan la falta de personalidad de los personajes y su contexto. Desde el apartamento compartido de Nicolás hasta los puestos de comida callejera, cada escenario parece cuidadosamente elegido para enriquecer la narrativa.
Este detalle añade una capa de realismo que ayuda a conectar con el espectador, especialmente para quienes están familiarizados con la vibrante y compleja atmósfera de la Ciudad de México. Sin duda, el diseño de producción y la selección de locaciones son uno de los puntos más fuertes de la película.
Lamentablemente, este punto de partida prometedor se pierde en el camino debido a un desarrollo de la trama que no logra estar a la altura de su ingeniosa idea inicial. El guión, aunque intenta balancear humor, romance y crítica social, cae en lugares comunes y diálogos poco inspirados que diluyen la frescura de la propuesta.
Como resultado, Mesa de regalos se convierte en una película que, a pesar de sus chispazos de originalidad, no consigue destacar lo suficiente. Una obra que pudo ser memorable, pero termina siendo una más en el catálogo de comedias románticas que pasan desapercibidas.
El elenco principal de Mesa de regalos está liderado por Cassandra Sánchez Navarro y José Eduardo Derbez, quienes interpretan a Antonia y Nicolás respectivamente. Ambos actores hacen un esfuerzo encomiable por dar profundidad a sus personajes, aunque se enfrentan a las limitaciones de un guión que no siempre les permite brillar. A pesar de ello, logran sostener la narrativa con carisma y química suficiente para mantener el interés del espectador.
Verónica Bravo destaca como Regina, la hermana de Antonia. Aunque su personaje es entrometido en la vida sentimental de su hermana, Bravo logra proyectar un genuino interés en la felicidad de Antonia, con una interpretación que se siente auténtica y natural. Por su parte, Daniel Tovar como Felipe, el mejor amigo de Nicolás, aporta un contraste interesante. Su despreocupación aparente oculta una personalidad sensata que se atreve a decir las verdades que Nicolás necesita escuchar, un elemento que da equilibrio a la historia. En contraste, Gustavo Egelhaaf interpreta a Diego, el esposo de Regina, un personaje cuya construcción se queda corta. Diego se presenta como un hombre simplón y predecible, cuya única motivación parece ser su rivalidad con Nicolás al enterarse de que su suegro planea dejar la dirección del negocio familiar. Aunque este conflicto podría haber añadido tensión a la trama, la ejecución termina siendo superficial y carente de impacto.
En general, el elenco aporta momentos rescatables, y en ocasiones las actuaciones logran superar las debilidades del guión. Sin embargo, algunos personajes secundarios, como Diego, carecen de la profundidad necesaria para enriquecer la historia y dar mayor dinamismo al desarrollo de los protagonistas.
Conclusión
Mesa De Regalos intenta ser una comedia romántica con un giro ingenioso, pero se queda a medio camino debido a su falta de originalidad y un desarrollo desigual de personajes y situaciones. Aunque tiene momentos rescatables, especialmente en el aspecto romántico, la película no logra salir del montón.
