Corina; La gran Ópera prima de Urzula Barba con Naian Norvind y Cristo Fernández.
Agradecemos a Cinépolis Distribución por invitarnos a la función de prensa, conferencia y partir la tradicional rosca de reyes junto al elenco de Corina; aquí te dejamos nuestra reseña.
Esta es la sinopsis de la ópera prima de la cineasta Urzula Barba, con la que aborda el tema de la AGORAFOBIA o mejor conocida como fobia social.
Todo comienza con Corina (Naian Norvind, a quien ya pudimos ver en Sexo, Pudor y Lagrimas 2), quien desde hace 20 años no sale de casa más que para trabajar en una editorial, a unas cuadras de casa; vive una vida rutinaria, que consiste en un café mediano con leche entera y dos cucharadas de azúcar mascabado (una situación recurrente en el filme) y llegar a la oficina para pasar 8 hrs frente a un monitor y una impresora revisando textos y corrigiendo estilos de «libros eróticos de vaqueros».
Así como leer libros, siendo una de sus autoras favoritas Shareny Silverman, quien casualmente es también una de las escritoras estrellas de la editorial para la que Corina trabaja.
Como premisa funciona, pues es fácil empatizar con el personaje de Corina, ya que sin caer en la ridiculización, nos da una idea de lo que representa la agorafobia en términos reales. Vemos desde el momento en el que sale de casa y va contando los pasos que hay hasta su trabajo, su imposibilidad de expresarse, incluso el hecho de que su lugar de trabajo se encuentra apartado del resto de sus colaboradores.
Quizá un punto fuerte del filme recae justamente en algo que el espectador notará inmediatamente, y es que la película, a pesar de su aire fresco, nos transporta a esos lejanos años 2000, pues al momento de ver la editorial donde trabaja Corina, no será ajeno para el público (ya sea porque reconozcan lo que ven o justamente por no hacerlo) notar que se tiene un aire antiguo con cosas como las viejas computadoras de monitores CRT o los teléfonos de disco, lo cual puede darle un aire «retro» al filme y apelar un poco a la nostalgia.
Algo a destacar es la paleta de colores, pues al comienzo vemos al personaje de Corina con colores basados en el rojo y el amarillo. Sin embargo, conforme la trama avanza, la vemos ir cambiando estos por un verde, como si de una metamorfosis se tratase. Conforme Corina se ve obligada a salir al mundo y a enfrentarse no solo a él, sino a sí misma, a sus mismos miedos, sus demonios y su propia psique, la fotografía nos lleva por ese camino, lo que ayuda a sentirnos más en contacto con el personaje, que, también valga decirlo, nos ofrece una actuación más que sublime
Si bien a ojos de quien escribe, la historia parece emular un poco la fórmula de «Historia del cerco de Lisboa» de José Saramago, le inyecta el tema de la agorafobia de una manera más que llevadera. Lo que convierte el filme en una historia fácil de digerir para toda la familia, con una fotografía magistral que, valga el comentario, lleva a cuestas una producción totalmente tapatía, pues la película se valió de mano de obra pura de Guadalajara.
Una película gestada en pandemia:
En palabras de la directora, la idea del filme se gestó durante la pandemia de COVID-19 y, sin duda, sin ella quizá no sería tan llevadera el verla, pues conceptos como la agorafobia y situaciones sutiles como el no salir de casa, o incluso el trabajo remoto del cual se hace mención en algún momento, no serían vistos como lo son hoy, de no haber estado encerrados por casi 2 años.
Conclusión:
Sin duda, Corina es una de esas películas de cine mexicano de las que ya casi no se hacen. Ofrece una historia fresca y una premisa interesante, y las actuaciones de Naian Norvind y Cristo Fernández no decepcionan; su química es genial en pantalla y el hecho de ser una película muy emocional, pero sin un elemento de romance, le da ese toque que al cine mexicano sin duda le falta…