La temporada final de Game of Thrones está a menos de un mes de estrenar, motivo por el cuál, la estrella del show Emilia Clarke ha decidido revelar una experiencia muy personal al New York Times.
https://www.youtube.com/watch?v=v5gsVRxzzI4
«Justo cuando todos los sueños de mi infancia parecían volverse realidad, casi pierdo mi mente y mi vida. Nunca he contado esta historia públicamente, pero ahora es el momento.»
La actriz de 32 años comienza narrando su experiencia en 2011, justo cuándo terminaba de grabar la primera temporada de Game of Thrones:
“Estaba aterrada. Aterrorizada por la atención, por un negocio que apenas entendía, por hacer honor a la confianza que los creadores de Tronos habían puesto en mí. Me sentí, en todos los sentidos, expuesta. En el primer episodio aparecí desnuda y a partir de ahí siempre me hice la misma pregunta: ‘Haces de una mujer fuerte y, sin embargo, te quitas la ropa. ¿Por qué? ¿Cuántos hombres debo matar para demostrar mi valía?”. Una situación que, sumada a la presión de ver cómo se había convertido en un ejemplo a seguir –“las jóvenes se vestían con pelucas de rubio platino y túnicas para ser Daenerys”–, le provocó mucho estrés.
Para aliviarlo, cuenta, comenzó a trabajar con un entrenador personal y durante una sesión con él comenzó a sentirse mal. “Sentí como si una banda elástica me apretara el cerebro. Intenté ignorar el dolor, pero no pude. Le dije a mi entrenador que tenía que tomar un descanso
Ella intentó ignorarlo, pero el dolor continúo a tal grado que no pudo seguir, «Me volví violenta, cada vez más enferma y el dolor punzante y constante continuaba empeorando.»
«En cierta forma lo sabía: Mi cerebro estaba dañado.»
«Casi arrastrándome llegué al vestuario. Llegué al baño y me arrodillé, con náuseas. Mientras el dolor me taladraba la cabeza cada vez más.”
Una mujer la descubrió en ese estado y llamó a una ambulancia. “Vino a ayudarme y entonces todo se volvió borroso. Recuerdo el sonido de una sirena, una ambulancia; escuché nuevas voces, alguien diciendo que mi pulso era débil, mientras yo vomitaba bilis. Alguien encontró mi teléfono y llamó a mis padres”, cuenta.
Después de hacerle una resonancia magnética descubrieron que Clarke tuvo una una hemorragia subaracnoidea (SAH, por sus siglas en inglés), «un tipo de accidente cerebrovascular potencialmente mortal, causado por una hemorragia en el espacio que rodea el cerebro. Tuve un aneurisma, una ruptura arterial”
Esto es algo extremadamente peligroso, 1 de cada 3 pacientes muere al sufrirlo.
“En ese momento mi vida era muy ajetreada, no tenía tiempo para la cirugía cerebral”, pensó, pero finalmente aceptó y se sometió a una intervención de tres horas. “Esta no sería mi última cirugía y no sería la peor. Tenía 24 años”, cuenta.
La primera cirugía fue «poco invasiva», es decir, no tuvieron que abrir el cráneo de Clarke, «pero, mientras estuve en el hospital, me avisaron de que tenía un aneurisma más pequeño en el otro lado del cerebro y que podía romperse en cualquier momento. Los médicos dijeron que era pequeño y que era posible que permaneciera inactivo e inofensivo indefinidamente. Sólo tendríamos que vigilarlo con cuidado.»
Afortunadamente la afasia desapareció después de una semana, pero la actriz se sintió temerosa en todo momento, no podía recordar su propio nombre y sentía que su carrera y su vida terminarían.
«Sabía que había personas en las camas de al lado que no salieron de cuidados intensivos y eso me recordó lo increíblemente afortunada que fui.»
El segundo aneurisma de Clarke llegó tras acabar la tercera temporada, en 2013. Cuando finalizó el rodaje, la actriz se metió de lleno en un espectáculo en Broadway. Estando en Nueva York para una de estas representaciones, Clarke acudió a una de las revisiones cerebrales que ya se hacía de manera regular. “El bulto del otro lado de mi cerebro había crecido mucho, su tamaño se había duplicado y el médico dijo que había que «cuidarlo». Me prometieron una operación relativamente simple, más fácil que la última vez”.
Lamentablemente los resultados no fueron favorables durante la operación:
“Cuando me despertaron, gritaba de dolor. El procedimiento había fallado. Tuve una hemorragia masiva y los médicos me dijeron que mis probabilidades de sobrevivir eran escasas si no volvían a operar. Esta vez necesitaban acceder a mi cerebro de la manera tradicional, a través de mi cráneo. Y la operación tenía que realizarse de inmediato”
“La recuperación fue aún más dolorosa de lo que había sido después de la primera cirugía. Parecía que había pasado por una guerra más espantosa que cualquiera de las que haya experimentado Daenerys. Salí de la operación con un drenaje que salía de mi cabeza”, explica.
Parte del cráneo de la actriz fue sustituido con titanio.
“Ahora no se ve la cicatriz que va desde mi cuero cabelludo hasta mi oído, pero al principio pensaba que sería visible” Pero afirma que lo que más le preocupaba eran las pérdidas cognitivas o sensoriales. “¿Me afectaría a la concentración? ¿A la memoria? ¿A la visión? Ahora le digo a la gente que lo que me hizo fue perder el buen gusto por los hombres. Pero nada de esto parecía divertido en ese momento”, bromea. Después de otro mes ingresada en el hospital, Clarke recibió el alta y, pasado un tiempo, recuperó toda la esperanza.
«Ahora, después de mantenerme callada por tantos años, les cuento la historia completa. Por favor, créanme: Se que difícilmente soy un caso especial, no estoy sola. Incontables personas han pasado por algo peor y no tienen la misma atención que yo tuve la suerte de recibir.»
Afortunadamente la Madre de los Dragones se encuentra totalmente recuperada y podremos verla en la octava y ultima temporada de Game of Thrones el próximo 14 de Abril en HBO.
Puedes leer el articulo completo aquí.